Al día siguiente en el colegio la niña se lo dijo todo a María.
María no podía creer lo que escuchaba, así que cuando llegó a su casa, lo primero que hizo fue ir al cuarto donde estaba Luspa. María le preguntó a Luspa que si era un fantasma por las noches y Luspa que entendía lo que decía le dijo con la cabeza que no. Cuando ya era de noche María que era muy lista le dijo a la madre que ella se iba a acostar un poco más tarde, la madre le dijo que vale. Cuando todos estaban acostados fue hasta la habitación de Luspa y se escondió detrás de una estantería . De repente Luspa se convirtió en un gran fantasma. María se quedo con la boca abierta y en ese momento Luspa se cayó al suelo. María lo cogió en brazos y lo llevó a la cocina para que bebiera leche. Cuando Luspa estaba mejor del golpe miró a María con cara triste y María que sabía lo que le pasaba le dijo: Tranquilo tu secreto está guardado y no se lo contaré a nadie. María le dio un gran abrazo y una gran beso.
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